LOS ESCRITOS DE RAMON VELAIDES JAIMES
Por estos días está de moda encontrar lujosas y costosísimas vallas en todas las presentaciones, dimensiones formas y tamaños desde la tradicional y obsoleta hasta la digital. ¿Será lógico, ético, moral y digno de todos los colombianos tanta dilapidación de dineros en publicidad para aspirar a los cargos de elección popular en la empresa de unos pocos llamada democracia?; de los mismos que desde mínimo hace cuatro años fueron legitimados por los electores para administrar la cosa pública, es decir los intereses de todos, desde concejales que inician agravando la condición socioeconómica de todos los asociados en los municipios certificados o no, continuando con los diputados que lo repiten a nivel departamental y como si fuera poco hasta llegar a los congresistas que lo triplican en lo nacional; casi que convirtiendo en letra muerta el mandato constitucional consagrado en el artículo 1 que ordena la prevalencia del interés general. No se quedan atrás quienes son los promotores de los proyectos del bienestar social en contrario, es decir los aspirantes a las alcaldías y a las gobernaciones, que Cínicamente algunos quieren repetir y otros continuar con la hegemonía de familia, de casta porque el primer mandato no les alcanzó para llenar sus… ilusiones y en esta quieren hacer realidad sus sueños. Con razón leí una valla que dice “Mi futuro está en Cúcuta, Bogotá, etc.” Me trae al recuerdo el cuento de la cabra de Nubia que me hizo leer el eminente profesor de español Elio Buitrago, donde a Nolo le robaron la cabra tres veces y tres veces volvió a comprar la misma cabra.
Por estos días está de moda encontrar lujosas y costosísimas vallas en todas las presentaciones, dimensiones formas y tamaños desde la tradicional y obsoleta hasta la digital. ¿Será lógico, ético, moral y digno de todos los colombianos tanta dilapidación de dineros en publicidad para aspirar a los cargos de elección popular en la empresa de unos pocos llamada democracia?; de los mismos que desde mínimo hace cuatro años fueron legitimados por los electores para administrar la cosa pública, es decir los intereses de todos, desde concejales que inician agravando la condición socioeconómica de todos los asociados en los municipios certificados o no, continuando con los diputados que lo repiten a nivel departamental y como si fuera poco hasta llegar a los congresistas que lo triplican en lo nacional; casi que convirtiendo en letra muerta el mandato constitucional consagrado en el artículo 1 que ordena la prevalencia del interés general. No se quedan atrás quienes son los promotores de los proyectos del bienestar social en contrario, es decir los aspirantes a las alcaldías y a las gobernaciones, que Cínicamente algunos quieren repetir y otros continuar con la hegemonía de familia, de casta porque el primer mandato no les alcanzó para llenar sus… ilusiones y en esta quieren hacer realidad sus sueños. Con razón leí una valla que dice “Mi futuro está en Cúcuta, Bogotá, etc.” Me trae al recuerdo el cuento de la cabra de Nubia que me hizo leer el eminente profesor de español Elio Buitrago, donde a Nolo le robaron la cabra tres veces y tres veces volvió a comprar la misma cabra.
Con gran desconcierto, como si
fuera una fantasía esos personajes aparecen con descomunales risas, de oreja a
oreja, unos se muestran más alegres y otros menos, dejando ver su brillantes
dientes, algunos de tamaño normal y otros con incisivos más desarrollados que
hacen recordar las películas de vampiros. Lástima que no se pudiera escuchar el
sonido armónico de sus risas o el contenido del chiste que contaron o les está
narrando el mago de la fotografía; porque no creo que con la imagen que exhiben
en las vallas sean capaces de hacer reír al más imbécil de los cientos de
desocupados, desesperanzados, famélicos y miserables que se acrecientan cada
vez más en nuestras ciudades.
Qué utopía, mejor que ironía,
tanto festín, tanto convite, tanta dilapidación de recursos en esas millonarias
vallas y las ciudades parecen consecuencia de un bombardeo;, la asistencia
social cada vez más inaccesible, los servicios públicos cada vez más caros, la
asistencia en salud un presagio de la muerte para los ciudadanos, la canasta
familiar hay que disfrutarla en la pintura de los bodegones de las
exposiciones, el predial ha sido actualizado, la seguridad ciudadana solo eco
del llanto de la víctima, la cárceles convertidas en hoteles cinco estrellas,
la justicia mejor quienes aplican justicia se les olvida la existencia de
términos, alegría para los imputados; algunos congresistas con proyectos de ley
buscando inmunidad futura y como si esto fuera poco impuestos, impuestos y más
impuestos. ¡Oh! DEMOCRACIA, BENDITA Y ANHELADA DEMOCRACIA, IMPACIENTE TE
ESPERO; gracias al gran maestro Gabriel García Márquez, por El Otoño del Patriarca.
R. Velaides J